Recuperando los bosques de Chubut junto a Reforest

Cada año Reforest, una ONG dedicada al cuidado del medio ambiente, organiza voluntariados de plantación masiva en abril y septiembre. Estos consisten en campamentos de cuatro días en los que los voluntarios nos ponemos al servicio del bosque, haciendo el trabajo de plantación y sobre todo tratando de transmitir el mensaje; hacer circular el profundo aprendizaje de conciencia y comunidad que la experiencia nos deja. Desde Aero, este año participamos de uno de ellos, fuimos un total de 90 voluntarios, 70 externos y 20 de la misma organización. 

Dentro del equipo de Reforest hay varios brigadistas que están al servicio constante de cualquier necesidad o emergencia durante las jornadas de plantación, ellos fueron los encargados de los traslados, las guías de plantación, las comidas, la asistencia y organización en general. Cuentan con el apoyo de muchos donantes, que proveen no sólo ejemplares de árboles sino también los materiales y elementos que son necesarios para el buen desarrollo de los campamentos: cubiertos, vasos, bebidas, bolsas para plantación, insumos, etc. 

La campaña de Reforest se centra en la reforestación de la zona afectada por el gran incendio del 6 de abril del 2015, desastre natural que se llevó más de 41 mil hectáreas de bosque nativo. Éste comenzó en el valle del lago y se convirtió en uno de los mayores incendios forestales de la historia argentina, extendiéndose al norte y al sur desde Lago Puelo hasta Los Alerces.

El primer día viajamos en micro de Bariloche a Cholila. Desde el Camping de Lago Cholila partimos en lanchas y camionetas 4×4, las cuales llevaron el equipaje, hasta donde armamos las carpas, en medio del bosque chubutense, para alojarnos durante los cuatro días siguientes. En el viaje de ida los chicos del equipo fueron contando sobre la organización, su fundación y funcionamiento. Su primer fundador fue Tobias Merlo, lo conocen como Tobi, que a partir de una iniciativa propia y aparentemente pequeña, terminó sumando en su camino a un gran número de personas, entre hermanos, primos y amigos. El proyecto fue pensado en familia, y hoy siguen yendo en familia. La propuesta de Tobi y el equipo no está vinculada únicamente con la tarea de la plantación de árboles, buscan ir un poco más profundo, nos hablan también de una renovación espiritual y un cambio del pensamiento, basado en la convivencia pacífica con el medio y las personas que nos rodean. Partiendo de esta base, nos propuso, a los que quisiéramos, arrancar los días siguientes con una meditación frente al lago temprano en el día, a las 7 a.m. width=

Antes de empezar con la jornada de plantación, nos dividieron en 6 grupos de unas 12 personas aproximadamente, cada brigadista nos marcó por grupo donde eran los boquetes de la ladera de la montaña a plantar. Plantamos 4000 ejemplares de árboles nativos, Cipreses y Coihues de 2 años de edad, con nuestras mochilas de Siclo Rural, hechas a partir de residuos de plástico agropecuario. Cada mochila llevaba 40 plantines. Los árboles se plantaron en familias de a 15 ejemplares, porque se sabe que es así como naturalmente se agrupan las especies, repartiendo machos y hembras dentro de cada grupo. Caminamos unos 4 km desde el campamento hasta la ladera de la montaña, con el bosque completamente carbonizado a nuestro alrededor. Al ser un bosque muerto y no tener ningún tipo de reparo de la naturaleza, no tuvimos protección contra el sol ni contra los fuertes vientos de la ladera; nos hizo percatar sobre la gran importancia que constituyen los árboles, su vida y su presencia en todos los sentidos. Fuimos subiendo y bajando la ladera, haciendo los boquetes donde nos iban marcando.

La plantación en general fue una experiencia tan hermosa como ardua. Mucho frío por momentos, calor por otros, ceniza en la cara y el cuerpo, carbón por todas partes y abrojos que no dejaban de molestar. Aunque almorzamos allí, en el ambiente hostil de la tierra y el carbón, nos tomamos unos mates en el medio del bosque, reímos, cantamos, la experiencia fue muy cooperativa todo el tiempo. Esperar a nuestro grupo, a un compañero, darnos una mano, compartirnos agua fresca, un cereal, frutas; cosas que son básicas pero muy necesarias para disfrutar el momento.

Entre subidas y bajadas, volvimos al atardecer luego de caminar más de 9 km, con ganas de meternos al lago y descansar. Hicimos fogón a la noche y terminamos con la dura jornada, agotados pero felices. Al terminar el trabajo de plantación del tercer día, volvimos al campamento a disfrutar de la tarde en el lago. Hicimos una clase de yoga y un fogón de charla grupal durante el atardecer, reflexionando sobre todo lo que habíamos vivido. 

Fue una experiencia realmente enriquecedora, estamos orgullosos de poder participar de un proyecto tan cargado de poder de cambio, de anhelo de conciencia y sobre todo de amor por la vida, no sólo de los árboles y la naturaleza, sino también de las personas y su capacidad de acción .

 

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